Disnea o dificultad para respirar

La disnea o dificultad para respirar es un problema común que se origina por muchas causas posibles. Cabe destacar que la disnea puede presentarse de forma aguda o crónica, dependiendo de la duración de los síntomas.

La disnea aguda se caracteriza por el inicio repentino de los síntomas en un corto período de tiempo, donde el flujo de aire puede verse afectado durante horas o días. La disnea aguda requiere atención médica inmediata, ya que puede ser indicativa de una enfermedad respiratoria importante o una afección grave y potencialmente mortal.

Por su parte, la disnea crónica se refiere a la presencia de síntomas respiratorios que persisten durante un período prolongado (generalmente más de 3 semanas). Puede ser causada por enfermedades crónicas como el asma, la EPOC, la fibrosis pulmonar, la insuficiencia cardíaca crónica u otras cardiopatías. La disnea crónica puede afectar significativamente la calidad de vida y requerir un manejo a largo plazo.

¿Qué es la disnea?

Se conoce con el nombre de disnea a la sensación de falta de aire y dificultad para respirar que experimenta una persona por diversos motivos.

Así como son muchas las causas que la producen, existen diferentes tipos de disnea:

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Disnea de reposo

Es aquella que se produce cuando el individuo no realiza ningún tipo de esfuerzo.

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Disnea de esfuerzo

Contrario al caso anterior, es aquella que aparece cuando la persona ha realizado algún tipo de actividad física que implica la aplicación de fuerza.

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Disnea de decúbito

Es la que se presenta cuando el paciente reposa de forma horizontal (acostado) y solo consigue mejoría al ponerse de pie o sentarse.

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Disnea paroxística nocturna

Se produce durante el descanso nocturno. Como la persona no logra respirar normalmente, el sueño se ve interrumpido de golpe.

Existe tratamiento para la disnea

¿Cuáles son los síntomas que acompañan la disnea?

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Opresión en el pecho.

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Palpitaciones.

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Respiración acelerada.

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Sibilancias.

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Dolor en el pecho.

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Sensibilidad, disminución del nivel de conciencia y en casos severos, pérdida del conocimiento.

¿La disnea es siempre un signo de enfermedad grave?

Al contrario de lo que puede pensarse, la disnea no está directamente relacionada a una enfermedad respiratoria grave.

Si bien es cierto que algunas patologías desde el asma hasta el cáncer pueden producir alteraciones del flujo de aire (episodios de disnea); ésta también se presenta ante la falta de ejercicio (sedentarismo) o cambios de altitud (como cuando se viaja a las montañas).

Sin embargo, dependiendo de la frecuencia y la forma en que se manifieste, se debe consultar al médico para determinar las posibles causas.

Entre las más frecuentes se pueden mencionar:

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Asma.

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Alergias.

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Neumonía.

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Obesidad.

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Trastorno de ansiedad.

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Daño de la vía aérea por agentes tóxicos.

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Hipertensión pulmonar.

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Anemias.

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Atragantamiento.

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Insuficiencia cardíaca.

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Enfisema pulmonar.

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Cáncer de pulmón.

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Parálisis diafragmática.

¿Existe tratamiento para la disnea?

Qué es la disnea

En tanto que la dificultad para respirar puede estar relacionada a una gran cantidad de patologías, su tratamiento estará condicionado al diagnóstico que determine la causa del problema.

En consecuencia, si la condición tiene que ver con obesidad y sedentarismo; el reposo inicial, la incorporación progresiva de actividad física y los cambios en sus hábitos alimenticios serán suficientes para hacer la diferencia.

Por otro lado, los broncodilatadores y esteroides son eficaces en pacientes asmáticos; mientras que en algunos casos la terapia con oxígeno puede ser necesaria.

Es por ello que antes de iniciar cualquier medicamento, lo primordial es conseguir una evaluación completa por parte del especialista que ayude a establecer el esquema de tratamiento adecuado a las necesidades del paciente con disnea.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la disnea?

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Hábitos de tabaquismo.

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Enfermedades y cirugías recientes.

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Antecedentes familiares de hipertensión u otras enfermedades cardíacas.

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Embarazo.

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Exposición a agentes tóxicos (entornos ocupacionales).

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Exposición a agentes alérgenos.

Finalmente, si tú o algún familiar experimentan cambios en su capacidad respiratoria o existen otros síntomas que te hagan pensar en esta condición; recurre a tu médico para que realice una evaluación y determine las causas que están originando este problema.

Riesgos

En ciertas ocasiones, la disnea puede ser un síntoma de una condición subyacente más grave. En estos casos, si el paciente con disnea no se trata adecuadamente, los riesgos asociados pueden incluir:

Empeoramiento de la condición subyacente

La disnea puede ser un indicativo de enfermedades pulmonares como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o la fibrosis pulmonar. Si no se trata, la enfermedad respiratoria puede progresar y empeorar, afectando negativamente la calidad de vida y la capacidad para realizar actividades diarias.

Limitaciones en la actividad física

A menudo, la disnea tiende a dificultar la realización de actividades físicas, lo que puede llevar a una disminución de la capacidad de ejercicio y la debilidad muscular, generando un impacto negativo en la salud general y el bienestar físico.

Complicaciones cardiovasculares

La disnea puede ser un signo de enfermedades cardíacas (insuficiencia cardíaca y otras enfermedades del corazón). Cuando estas condiciones no son tratadas pueden llevar a complicaciones graves, tales como: arritmias cardíacas, infarto de miocardio o insuficiencia cardíaca descompensada.

Ansiedad y estrés

La dificultad para respirar puede provocar ansiedad y estrés en el paciente con disnea. El miedo a no poder respirar adecuadamente conlleva a un aumento de la ansiedad, lo que puede empeorar los síntomas de la disnea crónica y afectar la salud mental y emocional de la persona.

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