Adenoidectomía

• Si el flujo normal del aire que recorre la nasofaringe se encuentra parcial o totalmente obstruido; provocando dificultad respiratoria o respiración oral (esta última, puede incluso afectar la normalidad del desarrollo dental del niño).
• Cuando se producen repetitivamente otras enfermedades infecciosas; como Otitis, Bronquitis o Sinusitis.

Como resultado de este procedimiento, el paciente permanecerá en recuperación algunas horas y aunque no se trata de una cirugía especialmente dolorosa; puede presentarse mucha secreción y congestión nasal.

Asimismo, el dolor es tolerable con analgésicos y el paciente puede retornar a casa el mismo día.

• Sangrado. La epistaxis puede ser una referencia característica en estos casos, los cuales normalmente son controlados sin problema con vasoconstrictores; pero que, en situaciones más complejas, es posible que requieran un nuevo ingreso a la sala de operaciones.
• Infecciones. Como ocurre en cualquier intervención quirúrgica; la herida debe ser cuidada siguiendo indicaciones médicas, para evitar futuras complicaciones.
• Insuficiencia velopalatina. Se trata de la desviación de los alimentos hacia el conducto nasal, producto de un cierre incompleto del paladar justo en el lugar en donde se encontraban las amígdalas faríngeas.
• Estenosis nasofaríngea. No es más que el estrechamiento del canal respiratorio en el punto en donde fueron removidos los adenoides; provocando de igual forma un bloqueo en la vía aérea.
• Regeneración del tejido. Aunque existen muy pocos casos registrados, algunos pacientes vuelven a desarrollar los adenoides luego de un tiempo de haberlas extirpado; siendo preciso acudir nuevamente con el especialista en búsqueda de soluciones.

A pesar de ser poco probable que ocurra alguno de estos problemas, son riesgos que debes conocer antes de la cirugía.

Sin embargo, en la gran mayoría de pacientes la recuperación es bastante rápida, sin traumas y al cabo de 2 semanas el paciente podrá retomar sus actividades regulares con total normalidad.